Eran las ganas de contar algo. De escribir algo.

—¿Para qué quieres escribir algo? —preguntaba la voz esa, el inquilino que taladra los momentos en que uno está o no está.

—¿Cuál inquilino?

La voz de la conciencia. Esa que lo taladra a uno en la cabeza. La que lo incita a hacer lo que uno no haría normalmente.

—¿Pero qué es normalmente?

Lo que uno hace para pasar desapercibido. Para que la gente no lo mire. Para tener una razón para maldecirlos cuando no lo miran a uno. No hay ecuación más simple.

—¿Estás seguro que ecuación es la palabra? ¿Sabes lo que es una ecuación?

No, la verdad creo que vi eso en el colegio y en algunos perdidos semestres de universidad. La verdad creo que quiere decir «igualdad». Entonces la palabra no sería ecuación sino operación. Por ende la frase sería: «no hay operación más simple».

—Pero suena muy médica. Operación es la palabra que usaría alguien para hablar del procedimiento quirúrgico al que someterían a su perro, o a su madre, a los dos igualmente se les quiere como seres que no son de este planeta.

¿Y a los gatos?

—Ahora eres tú el que hace las preguntas, veo. Eso es lo bueno de ser conciencia. Te hacen las preguntas porque, dentro de tu duda, esta parte que soy yo, la de las preguntas, es la única que siempre aparece claramente al final, en medio del mar de oscuridad en que los dos estamos sumergidos.

Este es un buen ejercicio, ¿sabes? Me gusta porque siento que estoy dialogando. Claro, cualquiera pensaría que estoy loco, dialogando conmigo mismo. ¿Pero no es eso lo que hace la gente a toda hora?

—Sí, aun cuando hablan con otra persona están hablando solas, la mayoría de las veces.

¿Sabes?, lo que más me gusta del teatro son los gestos. No las caras exageradas, aquellas que hacen reír a la mayoría de la gente. Desgraciadamente en mi percepción del mundo borré la risa de algunas cosas que hacen sonreír a la mayoría. En mi caso no puedo, me cuesta. Me pasaba cuando los payasos de la fiesta de mi amigo bailaban moviendo el trasero de lado a lado, mientras la gente se reía a mí no me causaba gracia y simplemente fingía reír con mis labios, esperando a que algo verdaderamente gracioso sucediera.

—Lo sé, reír es el ejercicio más simple, he ahí su secreto para desenrollar lo complicado.

¿Siempre hablas en frases cortas?, ¿en aforismos?

—Es mi labor hacer ver lo simple, hacer verlo simple, hacerlo ver simple, lo simple, hacerlo ver. Y de igual manera con lo complicado. Depende de como tú quieras verlo. Recuerda que soy esa oscuridad al interior tuyo.